viernes, 15 de marzo de 2013

Antepone principios, evita una guerra civil


5 Marzo 2013, 11:12 PM

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Antepone principios, evita una guerra civil
No entendieron la actitud civilista de Juan Pablo Duarte, su apego a la legalidad, a la democracia
Escrito por: Minerva Isa (m.isa@hoy.com.do)
Sabía que bajo su égida se consolidaría la soberanía, conocía el  momento crucial de la República, la insubordinación de Pedro Santana y  las   maniobras de los afrancesados para retomar el   Gobierno.  Una realidad acuciante frente a la que  se erigieron los principios de Juan Pablo Duarte al rechazar  la Presidencia por aclamación, no  legitimada por unas elecciones. 
Su decisión, incomprendida por sus  seguidores, evitó que la nación se desangrara en una guerra civil y se activara la amenaza haitiana.
El patricio estaba consciente de la debilidad de la Junta  Gubernativa, las pasiones y  apetencias  que desencadena el poder, las intrigas  que perturbaban el ambiente y pretendían convertirlo en “manzana de  discordia”.
Difícil  trance, decisivo en el destino político de Duarte y  de la nación, en el que  brilló la integridad de su carácter,  la coherencia en el pensar y el actuar.
Antepuso sus principios  a  la oportunidad de gobernar,  de proseguir su ejercicio  político y conducir al país  por derroteros  democráticos constitucionalmente estatuidos.
No podía aceptar. En  el orden institucional  sentaría un precedente desastroso.
 Legalidad.  Previo a la negativa,  lidiaban en su conciencia la crítica realidad política y la inflexibilidad de sus principios, antepuestos aun a costa de la decepción y alejamiento de  partidarios.
  En esa disyuntiva venció la institucionalidad, dejando a las futuras generaciones  una perdurable lección de apego a la legalidad y  desprendimiento, de  gran pertinencia en una sociedad que glorifica el poder,  propensa a evadir frenos éticos y legales.
Asimilar su conducta  nos ayudaría a   desarrollar una cultura de legalidad,  percepciones y aptitudes que ajusten nuestros actos a lo legal, no por temor al castigo sino por  respeto a  valores asumidos como guía.
  Restablecer la paz. Matías Ramón Mella concibió el plan de investir a Juan Pablo  con poderes presidenciales. A  instancias suyas, la Junta lo designó  delegado en el Norte el 18 de junio de 1844, con la misión de “intervenir en las discordias intestinas y restablecer la paz y el orden”.
El clima político cibaeño se caldeó con   las intrigas de los   expulsados del poder el 9 de junio,  las pugnas   entre quienes se aferraban a  sus cargos y los que aspiraban suplantarlos. Un hervidero de pasiones hacia el que marchó el Padre de la Patria, presto a   llevar orden y paz.
A caballo,  emprendió el lento trayecto hacia La Vega entre una densa vegetación que oscurecía el camino.   A su paso, los labriegos abandonaban sus conucos, mujeres y niños salían a vitorearlo.    Cevicos, Cotuí y La Vega lo aclamaron con  banderas y palmas.
Sin vanagloria. Duarte acogía las expresiones laudatorias sin  obnubilarse por  las lisonjas y pleitesías, sin envanecerse ni descuidar la gestión encomendada, que lo condujo a Santiago. 
 A  su  entrada triunfal  por la Calle del Sol, el 3 de julio,  le tributaron   honores de jefe Estado, desfilando ante él los regimientos vencedores el 30 de marzo. 
_ ¡Viva el Presidente de la República!  Exclamación que    resonaba en su mente y rebosaba de gratitud su corazón. No obstante, pudo más  su conciencia, primaron los principios sobre la encumbrada posición que le ofrecían.
Con la anuencia de civiles y militares, emitieron  un documento, apoyado por las principales poblaciones del Cibao.  En una  concentración en la Plaza de Armas, Mella leyó la proclama con voz vibrante:
__A la hora de elegir Presidente se impone pensar en el patricio como un llamado a la concordia, para que con ese  ciudadano virtuoso  que no se nutre de odios ni venganzas, los ambiciosos depongan sus rencores y se restablezca la paz.
Una comisión lo visitó, enfatizando que al proclamarlo  perseguían que   asumiera la defensa de la patria contra cualquier intento de supeditar su independencia a una nación extranjera.
 En un acta le pedían convocar a una Constituyente,  por ser el más digno de esa misión, al personificar el patriotismo y ser símbolo  de la libertad. 
Juan Pablo la leyó sorprendido, le agradó  la adhesión, pero  se   contraponía a sus preceptos.
En el ínterin se entregaba a sus deberes, resolvía conflictos,  organizaba    municipios, buscaba la reconciliación. Mas,  lidiaba con  sus emociones al tener que  desairar a patriotas  que  en forma errada buscaban el bienestar de la nación.
Finalmente, con  palabras corteses pero enérgicas, rechazó la proclamación:
 Yo no aceptaría ese honor sino en el caso de que se celebraran elecciones libres y que la mayoría de mis compatriotas, sin presión de ninguna índole, me eligiera para tan alto cargo.
Su negativa causó desagrado, deslealtades.  !Cómo concebir que no lo deslumbrara el poder, los honores, privilegios, canongías!
 Estaban atónitos, como ocurriría hoy si  algún  político rechazara por razones de principios la Presidencia, que ha sido   arrebatada   con  fraudes electorales, abusos de poder,   compra de votos.
Clama justicia. Puerto Plata  también  proclamó a Duarte a la Presidencia.  En respuesta, redactó un manifiesto en el que interpreta  la propuesta como equívoca expresión del deseo de apoyar su candidatura electoral.
De dispensarle sus sufragios -dijo-, nada le sería más lisonjero que saber corresponder a la Presidencia, no por la gloria que de ello me resultaría, sino por satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión, y llenar vuestros destinos cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído para con Dios, para con la Patria, para con la Libertad y para con vosotros mismos.
Germen de la paz.  En su declinatoria, el patricio se elevó sobre las episódicas circunstancias, centrándose en    valores esenciales, en la equidad y la justicia como germen de la paz.
Perfiló un modus vivendi armonioso, sendas de rectitud para que la ética y la justicia abran alternativas de equidad.
Llama a  “apagar la tea de la discordia” con la unidad,  nos pide ser felices pero  advierte que no lo seremos sin antes practicar la justicia, “primer deber del hombre”.
 Sus palabras nos invitan  a una introspección. Auscultar nuestros actos y  preguntarnos si somos justos en  el rol de padre, madre, hijo, patrono, obrero, profesional.  Si cumplimos los deberes y velamos por los derechos  ciudadanos, por una mayor equidad en la retribución de la riqueza, comenzando por  evaluar la racionalidad y justicia  en el uso de los propios talentos bienes.
Rebeldía en el ejército del Sur Además de un acto de justicia por la posición secundaria otorgada a Juan Pablo al regresar a la patria,  Mella entendía que proclamándolo a la Presidencia se  consolidaría la  Junta, desde el 9 junio dominada por duartistas.

 Con esas miras conquistaba adeptos en el Cibao, pero  el Gobierno  enfrentaba un serio conflicto con el general Pedro Santana. La Junta había dispuesto  enviar  a Azua a su presidente, Francisco del Rosario Sánchez,  a sustituirlo, tras pedir licencia por   quebrantos salud.

Sánchez no pudo acudir, y  delegaron esa  misión en el coronel Esteban Roca, quien al presentarse el 3 de julio en el cuartel del cacique del Prado  fue  rechazado por su ejército, negado a aceptar un sustituto de su jefe. La tropa le pidió a gritos que se quedara, y   Roca tuvo que regresar a la Capital.

 La decisión del caudillo seibano cambió al enterarse  que la Junta sustituiría  a los  oficiales santanistas.

Ante tal incidente, Sánchez comprendió que solo recibiendo del Cibao un decidido apoyo a la línea trinitaria, podrían enfrentar la rebeldía de Santana y su oficialidad.
LOS VALORES
1. Legalidad
Con su apego a la ley, JPD mostró una conducta digna de imitar para vencer la cultura de ilegalidad imperante, el inveterado irrespeto a   la ley en todos los ámbitos, la   impenitente violación de  la Constitución, de la institucionalidad.
2. Integridad
Es vivir acorde con la conciencia, ser coherentes en el hablar,  sentir,  pensar y  actuar, en toda  circunstancia,  en público o en privado. Supone rectitud,  honradez, ser  alguien en quien confiar.  Continuamente creamos nuestra realidad con  la elección que hacemos al seguir o no la voz de la conciencia.
3. Justicia
Compendio de todas las virtudes, es equidad, ética, honestidad, armonía,   dar a cada uno lo que  le pertenece  para desarrollar al máximo su potencial y  vivir con dignidad. La justicia engendra libertad, paz, armonía, es un referente de rectitud que gobierna la conducta y  hace respetar el derecho ajeno.
4. Justicia social
Imprescindible para  instaurar una paz duradera. Se fundamenta en  la  ausencia de  discriminación, en la igualdad de oportunidades y derechos: libertad de expresión, educación y salud, entre otras necesidades básicas. Comprender su dimensión ética  nos    ayudará  a actuar por un  mundo más justo.
ZOOM
Justos y felices
Sed felices, hijos de Puerto Plata, y mi corazón estará satisfecho aun exonerado del mando que queréis que obtenga;  pero sed justos lo primero, si queréis ser felices. 

Ese es el primer deber del hombre; y sed unidos, y así apagaréis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la Patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro: el veros libres, felices, independientes y tranquilos.

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