martes, 26 de marzo de 2013

LA PRESENCIA ROMANA EN LA PROVINCIA DE HUELVA ( JOSÉ ANGEL TORO MAYO ).


LA PRESENCIA ROMANA EN LA PROVINCIA DE HUELVA ( JOSÉ ANGEL TORO MAYO ).

Imagen topográfico de la villa de Huelva (1755).


INTRODUCCION

      La provincia de Huelva entró a formar parte del imperio dominado por la república romana en el año 194 a.C., tomada por las legiones del cónsul de Roma M. Porcio Catón que sería el continuador de la conquista de Hispania tras la expulsión de los Cartagineses a manos del General romano Publio Cornelio Escipión (el Africano), en el marco de los
enfrentamientos librados en la península ibérica durante la II Guerra Púnica.

   Son escasos los testimonios de los escritores romanos sobre la provincia de Huelva, aunque son unánimes al denominar esta zona geográfica, comprendida entre los rios Anas (Guadiana) y Baetis (Guadalquivir) como la Baeturia Céltica (abarcando también parte de la actual provincia de Badajoz), al ser la zona situada tras el rio Baetis cuya población estaba principalmente compuesta de etnias ligadas a pueblos Celtas, que podrían haber llegado a esta zona desde el norte peninsular (valle del Ebro) a través de la Lusitania (Portugal).

    Estos pueblos Celtas son los que habitan la zona de la sierra y la cuenca minera de la provincia de Huelva, ocupando el hueco que se produce tras el fuerte descenso de población que sigue a la crisis de la metalurgia Tartéssica, lo que trae consigo la desaparición de los comerciantes orientales (fenicios y griegos) como consecuencia del desastre Púnico. Este trato comercial no fue directo ya que en su realización se contó con la intermediación de los pueblos de la costa, por lo que estamos ante una zona de escaso desarrollo en acentuada decadencia al verse fuertemente afectada por la evolución de la crisis.
    Era una población poco intensa con su base económica apoyada principalmente en la ganadería y después en la
metalurgia y la agricultura, en la que la llegada de los ejércitos y de la administración romana hubo de producir serios efectos al encontrarse con unos pueblos muy montaraces y muy poco acostumbrados a presencias extrañas, ocasionando en muchos casos la destrucción o el abandono de los mismos. La inexistencia de cerámicas romanas en los yacimientos prerromanos (Castañuelo, Pasada del Abad en Rosal de la Frontera, etc.) es síntoma de que
muchos de estos pueblos acabaron su existencia a causa de la política romana y que otros sobrevivieran conservando sus tradiciones y peculiaridades.
     No es hasta avanzado el siglo I d.C. cuando el estado romano procede a una verdadera colonización que permite a las minas volver a su anterior nivel de producción y se produzca el auge de la sierra que abastece de productos agropecuarios. La otra parte de la población eran los Turdetanos (Baeturia Túrdula), herederos directos de Tartessos y considerados por Estrabón como el pueblo más culto de occidente, estaban extendidos por todo el bajo Guadalquivir así como por la zona costera y las tierras fértiles del interior de la provincia de Huelva (zona del condado).
     Esta cultura surge por el mencionado contacto con los comerciantes orientales que buscaban en esta provincia los
productos de la minería y la metalurgia de la plata, estando lo suficientemente desarrollada como para recoger el reto de ser una gran civilización mediterránea tras la caída del citado comercio con oriente. Estas poblaciones no decaen con el descalabro púnico y cuando llega el poder romano se encuentra aquí con unos pueblos cuyo nivel cultural les permite en poco tiempo adaptarse sin dificultad al proceso de romanización.

LA ROMANIZACION EN LA PROVINCIA DE HUELVA

     Al hablar de romanización hay que huir de las tradicionales ideas que suponen la llegada de una civilización superior que, superpuesta a una inferior, acaba por anularla. La romanización viene a significar, al igual que en el resto de las provincias romanas, una profunda transformación social, económica e ideológica de los habitantes de la zona. En las
citas de Estrabón se habla de que los Turdetanos, en su evidente deseo de aparecer como romanos, llegan a abandonar su propio lenguaje y según textos e inscripciones una gran parte de la población indígena adopta nombres claramente romanos, sin embargo, existieron otras zonas que durante mucho tiempo quedaron ajenas a la influencia de Roma, y en algunos casos nunca llegaron a estar romanizados de forma absoluta, hecho que se concentraba fundamentalmente en las áreas mas urbanizadas.

    Con la llegada de los romanos algunos escritores de cultura greco-latina trataron sobre la península ibérica en sus obras, dejando preciosas referencias sobre los pueblos prerromanos y de las luchas de estos por su independencia. Sin embargo, no hay ninguna referencia escrita sobre como se produjo la penetración romana, cómo evolucionó después y cual fue su efecto en las poblaciones de la provincia de Huelva, a lo que hay que añadir la escasez de excavaciones que aporten datos con sus materiales, por lo que los apoyos con los que se cuenta para recomponer el cuadro de la época son casi inexistentes.

        No obstante, la penetración romana se produce dentro de los acontecimientos políticos derivados de la II Guerra Púnica y es de suponer que los avatares de la guerra afectaran a la mayor parte de la provincia, ya que la política cartaginesa estaba presente en las minas y en algunas ciudades claves para la salida de los metales hacia los puertos de embarque. La ciudad de Iptucci (Tejada la Nueva, de la que se habla más adelante) puede explicarnos lo que
ocurriría con muchas otras, estaba protegida por un perímetro amurallado y algunas de sus monedas tienen caracteres púnicos que indican claramente la presencia cartaginesa en la zona.

    Por ello no es arriesgado suponer que fuera la propia administración romana la que, siguiendo una política ampliamente conocida, hiciera que la población se trasladase desde el poblado prerromano de Tejada la Vieja hacia una zona mas llana, iniciándose la vida de Tejada la Nueva. Algo parecido debió ocurrir también a inicios del siglo I d.C. en la sierra, cuando parece que acaba definitivamente el poblamiento de las Peñas de Aroche y nace una nueva
población en el llano de Fuente Seca en la misma vega del rio Chanza.

     Se desconoce qué ocurre durante todo el siglo II a.C. pues las fuentes romanorepublicanas no se ocuparon de esta parte de la península. El historiador Diodoro de Sicilia habla de la llegada de grandes contingentes de itálicos a todas las minas ibéricas que, en principio, debió afectar también a la provincia de Huelva, pero teniendo en cuenta los escasos
restos republicanos encontrados en toda la cuenca minera, esto es poco probable y parece preferible suponer que la administración romana de esta época dejara las minas en la misma situación en que las encontró y sólo se limitara a sacar de ellas algunos tributos.
     Asimismo se puede observar que la zona llana turdetana, una vez liquidado el problema cartaginés se adapta con rapidez al sistema político y a los circuitos comerciales romanos, comenzando las primeras acuñaciones de monedas locales, por lo que esta zona deja de aparecer en las fuentes romanas relativas a la conquista de Hispania. En la zona de la sierra los Celtici de la Baeturia Céltica son pueblos totalmente diferentes a los Turdetanos de la tierra llana y se mantienen en sus asentamientos prerromanos, siendo muy refractarios a la ocupación romana y a los abusos
con que sus pretores y procónsules sometían a las poblaciones, descontento fácilmente utilizable cuando se trataba de alzarse contra su presencia, aspectos que dieron lugar a una escasa romanización de la zona a la que se resistieron a lo largo de todo el siglo II a.C. 
      Es posible que algunos de estos poblados celtas del norte de la provincia, por la cercanía de estos al valle del Guadalquivir y por su vinculación a sus vecinos lusitanos,sirvieran de base para las razzias con que los lusitanos acecharon la vega sevillana durante los siglos II y I a.C., por lo que pudieron ser destruidos con el fin de eliminar el problema.
 
 Estas incursiones fueron una verdadera plaga para la economía romana, pues las ciudades atacadas eran mayoritariamente estipendiarias y suponían uno de los ingresos mas seguros para el mantenimiento de los ejércitos romanos en Hispania, haciéndose imprescindible la pacificación de la zona para así asentar el poder de Roma en la Turdetania, lo que obliga a las tropas romanas a su conquista.

     La reiterada insumisión de los pueblos de la Baeturia Céltica les harían participar de forma activa en las guerras civiles que los romanos sufrieron durante el siglo I a.C., que también afectan al territorio hispano con el consiguiente choque entre los distintos mandos romanos enfrentados, lo que les motivaría a buscar alianzas con la población indígena, que si
bien hasta entonces había sido contraria a la dominación, participarían en estos pactos a cambio del respeto a sus costumbres.
     Estos juegos de alianzas y el contacto que ello supone  entre los bandos enfrentados y los pueblos celtas son los factores que marcan el inicio de la romanización de esta zona. En este contexto se encuadra la rebelión de Sertorio, que huido de Roma en donde ocupó altos cargos en el ejército, vino a refugiarse en Hispania, donde junto a otros exiliados y con el apoyo de los pueblos de la Baeturia Céltica, luchó con éxito durante varios años contra las tropas romanas intentando crear en Hispania un estado consolidado y estable hasta que fue derrotado a manos de Pompeyo, brillante militar enviado por el senado de Roma para disolver y reprimir esta rebelión.
     Se tiene evidencias de un acuartelamiento Sertoriano en el yacimiento de San Sixto en Encinasola, donde se han encontrado glandes de plomo (balas) con la inscripción Q.SERTORI. PROCOS. Pompeyo se convirtió en un personaje poderoso e influyente gracias al prestigio ganado en sus campañas militares, llegando a formar parte del primer
triunvirato junto a Julio César y Craso en el año 60 a.C., correspon-diéndole las provincias hispanas en el
reparto de territorios realizados entre los miembros de dicho triunvirato. No obstante, el entendimiento entre
Julio César y Pompeyo duraría poco, produciéndose el enfrentamiento entre ambos y generándose una segunda
oleada de conflictos civiles que darían lugar al fin de la república y al inicio del principado de Augusto.
     Parece probable que en estos momentos la Baeturia Céltica luchara contra su anterior enemigo (Pompeyo),
prestando ahora su apoyo al bando cesariano y que éste fuese el motivo de que posteriormente y como gratitud
por su fidelidad, el César privilegiase a esta zona con un trato beneficioso en el último cuarto del siglo I a.C.,
lo que explicaría el otorgamiento de privilegios (posiblemente la categoría de municipio) a estas poblaciones tradicionalmente rebeldes a Roma y con un bajo nivel de romanización, mucho antes que a los núcleos turdetanos costeros de Huelva que desde hacía más de un siglo y sin sobresaltos estaban plenamente incorporados
a la órbita político-económica de Roma, los cuales continuarían como ciudades estipendiarias Augusto
sin ningún tipo de exención, (este sería el caso de las poblaciones de la Baeturia Céltica donde aparece el nombre de la gens Iulia(*), localizadas entre el sur de la provincia de Badajoz, norte de la provincia de Huelva y sus conexiones con el valle del Guadaquivir.
    Entre ellas estan: Nertobriga Concordia Iulia (Fregenal de la Sierra), Lacinimurga Constantia Iulia (Encinasola), Seria Fama Iulia, Segida Restituta Iulia y Contributa Iulia Ugultiana. Sin embargo no estuvieron incluidas en dichos privilegios los asentamientos de la zona de Aroche).

      El comienzo de la rehabilitación de la provincia es obra del emperador Augusto. Bajo su reinado comienzan los asentamientos de las colonias latinas en las ciudades al comprender éste su posición estratégica en las vías hacia el norte peninsular y, sobre todo, para frenar las incursiones lusitanas hacia el valle del Guadalquivir. Esta labor se revela de forma importante en las minas, que en tiempos del emperador Tiberio pasan de ser explotadas de forma privada
a ser de propiedad imperial y donde se observa, según las excavaciones realizadas, la existencia de contingentes armados como el del Cerro del Moro en Nerva, la organización de los almacenes y la presencia de un procurator metallorum que dirigiría la administración de todo el distrito minero, con funciones tanto fiscales como de desarrollo, organización y
control técnico de las minas.
     La existencia de este procurador llamado Pudente, se evidencia por el hallazgo de una inscripción romana en lámina de cobre el 31 de Julio de 1.762 en los trabajos de limpieza de escombros de una antigua galería en Riotinto, siendo entonces administrador de las minas D. Francisco Thomás Sanz que da conocer el descubrimiento en una memoria descriptiva del mismo (algunos fragmentos se conservan en el museo Arqueológico nacional).
                                                          


     Las minas producen ahora cobre, hierro y se incrementa la producción de plata, avance que hubo de provocar importantes migraciones de población hacia las mismas, lo que se revela de forma frecuente por las numerosas inscripciones funerarias con el origo (origen) de personas procedentes del norte peninsular y de otros lugares (Limici, Bedonienses, Talabrigenses, Emeritenses, Olisiponensis), así como nombres de origen claramente indoeuropeos (Anceitus, Vacceius, Talavius, Boutia, Mandus, Camalus, etc.), lo que trae  como consecuencia el nacimiento del poblado romano de Riotinto.

    Esta misma característica se observa también en la zona de la Sierra, donde esta migración de nuevos ciudadanos respondería a una repoblación agrícola y ganadera (con producción de cereales y aceite según se desprende de los molinos y prensas que se pueden ver en el Museo de Aroche), impulsada por el auge de la explotación de las
minas, siendo a partir de la segunda mitad del siglo I a.C. cuando se comienzan a documentar las primeras inscripciones 
funerarias de ciudadanos de las villas rusticas de la zona de Aroche. Es en dicha zona (vega del rio Chanza) y a lo largo del siglo I d.C. en donde se localizan los nuevos asentamientos romanos avivados de una importante migración
de población latina que acceden a los repartos de tierras.
     Estas poblaciones de ciudadanos latinos de las familias Vibii, Sertorii, Baebii, Tinitii y Plotii, impulsarán de forma importante la romanización de la zona, produciéndose a su vez la creación de nuevas poblaciones y el traslado a las mismas de los poblados indígenas, seguramente por imposición romana, pues parece coincidir en el tiempo su abandono con las nuevas fundaciones romanas de Fuente Seca (Arucci) y San Mames (Turóbriga) que mantienen sus nombres prerromanos, pero con un modelo económico (villas rusticas), jurídico (civitas) y urbanístico plenamente romanos,
en donde la población latina acabaría por imponerse sobre la indígena. Sin embargo, estas acciones no estuvieron acompañadas del otorgamiento de los privilegios que se concedieron en la mayor parte de las ciudades del norte de la Baeturia Céltica y su paso de ciudades estipendiarias a municipios no se realizaría hasta la época de la dinastía Flavia.

    A juzgar por la calidad de los materiales empleados en los epígrafes funerarios y por los títulos y cargos que en ellos se
indican, la zona minera tenía un nivel económico inferior y diferente al resto de la provincia. En la minas
predominan los epígrafes funerarios en pizarra, con grafías poco cuidadas e irregulares, mientras que en
la zona de la sierra y la zona llana se aprecia la existencia Necrópolis romana de Riotinto de un capitalismo

capaz de importar artículos de calidad mas caros, utilizándose el mármol y la arenisca con textos mas amplios y descriptivos. De las inscripciones funerarias de Riotinto se obtiene una vida media de tan solo 24 años, una esperanza de vida bastante escasa, que viene a ser consecuencia entre otros motivos, de las duras condiciones del trabajo en las minas y la fusión del cobre y la plata.

   Los frutos de toda esta labor se recogerán en el reinado de Claudio donde empiezan a surgir las fábricas de salazón en Huelva, el poblado de Riotinto toma fuerza y , por primera vez, comienzan a abundar los productos romanos en los yacimientos de la sierra (sigilatas sudgálicas, vidrios, etc.). La provincia alcanza su máximo desarrollo en la época de la dinastía Flavia, en el que se generaliza la concesión del ius latii (derecho romano) y el status municipii
(municipio romano) a sus poblaciones en tiempos del emperador Vespasiano, se diversifican los núcleos de población en torno a las minas, se explotan simultáneamente todas las masas de minerales de un mismo distrito y se ven los
primeros frutos monumentales de la romanización, como la torre funeraria de Fuente Seca en Aroche.
     
Con la llegada al poder de los emperadores hispanos, Trajano y Adriano, la producción de los metales en las minas alcanza su máximo nivel, se reconstruye de nuevo el poblado de Riotinto y florecen los talleres locales en la sierra (Arucci). En el llano la población es muy parecida a la del Guadalquivir a donde afluyen los productos mas genuinos de

la romanización, como el Puteal de Trigueros o la estatua de Mercurio (Museo de Huelva).

   Al final de este periodo toda la provincia sufre un gran colapso: en la sierra muchas ciudades desaparecen, las minas casi se paralizan y sus núcleos de población se despueblan. En la costa siguen funcionando las fábricas de salazón, lo que hace sentir la crisis de forma menos acusada. Esta fuerte crisis se debe a varios factores, entre ellos la caída de la minería
(que se relaciona con el descubrimiento de otras minas de plata en Britania -Inglaterra-), las algaradas lusitanas y las invasiones moras. En adelante las minas sólo producen cobre en poblaciones muy reducidas y en la sierra se fortifican algunos poblados como el de Fuente Seca.
      Durante el siglo III d.C. la minería prácticamente se abandona y solo se mantiene la producción agrícola y ganadera en la zona Llana y en las dehesas de la Sierra, donde aparecen algunas necrópolis de este periodo. Huelva debió ser directamente afectada por el abandono de las minas y su eje de gravedad pasaría a ser agrícola en donde Ilipla (Niebla) toma preponderancia, llegando a ser obispado en la época de los Visigodos.

      Se puede por tanto resumir que la política romana en la provincia de Huelva esta
ligada a la explotación de sus ricos recursos minerales y al fomento de los entornos agrícolas
y ganaderos que abastecen a los centros mineros. La crisis de la minería lleva consigo el
derrumbe de los centros económicos de apoyo, por lo que las ciudades que sobreviven son las
que están en comarcas agrícolas desarrolladas que dependen sólo de sus propios recursos
agropecuarios.
FUENTE TEXTO: LA PRESENCIA ROMANA EN LA PROVINCIA DE HUELVA (JOSÉ ANGEL TORO MAYO).
FUENTE  IMAGENES: CARTOGRAFIA VARIADA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario